martes, 21 de agosto de 2012

Mini-Prólogo

Mini-Prólogo




Hubo un tiempo de valientes héroes, de aventuras y hazañas increíbles. Historias que se convirtieron en leyendas y se transmitieron de generación en generación, alimentando las fantasías de niños y los corazones de jóvenes aventureros.
De aquellos tiempos, sólo quedan las leyendas. El presente es muy diferente.
Tras siglos de guerras originadas por la codicia de necios gobernantes y disputas ideológicas que buscaban solución en la violencia, los reinos más grandes y poderosos del continente establecieron un acuerdo que garantizaba  protección  a las naciones más pequeñas ante cualquier intento de invasión o amenaza que atentara contra la paz. Porque si una nueva guerra ha de ocurrir todos se verían involucrados. El temor a ello, es sin dudas, el único punto en común a todos.
Con la firma del Tratado de Golath, la oportunidad de tiempos de paz vio la luz. Una  paz forzada, pero paz al fin.
Se originó así una época de armonía y progreso. Aunque en ocasiones se daban conflictos entre pequeños reinos y clanes de salvajes, las contiendas eran menores y la diplomacia siempre sería la mejor forma de solucionarlos.
La estabilidad era la norma.
Acostumbrados a la tranquilidad diaria con que transcurrían los años, la vida lentamente comenzó a hacerse monótona y aburrida. No se trataba ya de sobrevivir como en los comienzos del hombre, sino sólo de vivir. Irónicamente, eso, resulta más difícil.
Las nuevas generaciones crecieron en tiempos en que las palabras envenenaban el alma y las monedas compraban voluntades. El sentido de la vida se olvido junto con las leyendas dormidas en las voces de la historia.
Son tiempos dorados, empañados por las sombras de grises nubes que obnubilan el pensamiento y disfrazan la realidad. Pero esas nubes sólo serían el comienzo de la tormenta que se avecinaba…

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